Chispeza laboral
Padre Hugo Tagle En twitter: @hugotagle
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Padre Hugo Tagle
Quiero felicitar el empeño e inteligencia de tantas personas y PYME que han sabido sortear con buenas ideas el drama del coronavirus. Circulan por las redes volantes dando cuenta de toda suerte de productos caseros; un comercio frenético de sobrevivencia, mezcla de genialidad con “chispeza”, usando el término acuñado por Gary Medel.
Éste ha sido un tiempo durísimo para muchas familias que no reciben cómodamente un sueldo a fin de mes. Deben luchar día a día por sobrevivir y llevar pan a sus mesas. No se han quedado de brazos cruzados. Se las han ingeniado para vender “de un cuanto hay” entre amigos y conocidos, creando una red de “clientes” que solidariamente las ayudan comprando sus productos. Se “marquetean” en las redes ofreciendo su mercancía, desde ropa hasta comida. Una suerte de “capitalismo salvaje”, fruto de la urgencia para salir del paso y contar con dinero para llegar a fin de mes, mientras pasa la tormenta.
Yo mismo he reenviado su propaganda virtual, dando mi pequeña mano a estos comerciantes improvisados. No es lo ideal, lo sabemos. Hay que poner orden. Otros pagan impuestos, patentes, etc. Pero, dígame, ¿cómo hacerlo, si no?
“Los malos tiempos tienen un valor científico. Son ocasiones que un buen alumno no se perdería”, leo por ahí. En efecto, “si la vida te da un limón, hazte una limonada”. La resiliencia, capacidad de superar la adversidad, ha sido también un signo de este duro tiempo. Y el otro, la confianza. Santa Teresa de Ávila dice: “Trabaja como si lo que rezaras no sirviera de nada y reza como si lo que trabajas de nada sirviera.”
Se valora todo signo de sobriedad y solidaridad. La modesta rebaja de los sueldos parlamentarios es algo. Pero se debe hacer más. Es fácil dar recetas desde la tranquilidad que regala saber que se recibirá un sueldo a fin de mes.
Por lo mismo, es legítimo revisar las medidas adaptadas para combatir el coronavirus con otras que permitan ir, poco a poco y seguros, retomando la actividad económica. Difícil combinación entre seguridad y precaución para volver a hacer a andar la máquina laboral. Se escucha y siente el desánimo, depresión y no poca desesperación en este difícil escenario de cuarentenas que —es comprensible— exige el combate a la peste. Pero se debe seguir buscando una alternativa que permita mayor apertura y trabajo.
Dar trabajo es un apostolado santo, dignifica y es el mejor de los servicios sociales. Los emprendedores serán la “primera línea” necesaria en una carrera que, hoy por hoy, estamos obligados a ganar. No hay alternativa.